¿Cuál es el lugar de la historia en la conversación pública? ¿Qué
papel desempeña el conocimiento del pasado en la discusión del día a día? No me
refiero a qué tanto participan los historiadores en los espacios de opinión, ni
tampoco a qué tan certeras o descocadas son las analogías históricas que a
veces se perpetran contra las noticias o los personajes del momento. Me pregunto,
más bien, sobre la perspectiva que puede aportar la historia para hacer más inteligible
la actualidad.
Porque a veces da la impresión de que en la conversación pública la
historia se reduce a la efeméride. De que remitir a un tiempo anterior es una
forma de eludir más que de engranar la coyuntura. De que al pasado sólo sabemos
representárnoslo como un fardo que nos detiene o un obstáculo que hace falta
superar. O de que concebimos la historia como si se tratara de un objeto inanimado,
de un trasto viejo sin ninguna utilidad, y no de un laboratorio del que
formamos parte, de un proceso vivo en el que está inscrito nuestro propio
presente.
Desde
noviembre del año pasado circula una revista que apuesta por revertir ese déficit
de perspectiva histórica: 20/10 El Mundo Atlántico y la Modernidad
Iberoamericana. Se trata de
una publicación exuberante, ambiciosa, exigente, improbable, conmovedora, en la
que cristaliza un inverosímil pero dichosísimo mestizaje entre el rigor de la
investigación académica y la belleza de un libro de gran formato primorosamente
ilustrado. Es una locura, una genialidad, una joya.
Si la de las aulas y las bibliotecas suele ser una historia para el saber;
y la de los monumentos y los discursos conmemorativos una historia para el
poder; la del goce intelectual y estético que hay en las páginas de 20/10 es, sobre todo, una historia para
el placer: que deleita por la inteligencia que hay en sus ensayos, por el
esplendor que hay en sus imágenes, por el talento que hay en su edición. Y que por esa vía logra cobrar sentido no como pasado de nuestro
presente sino como presente de nuestro pasado, es decir, no como antecedente de
lo que es sino como actualidad de lo que ha sido.
Con todo, quizás a 20/10 le
hace falta explicar con más contundencia las conexiones que unen los temas que
toca apenas en su primer número (la ilustración, el comercio, la esclavitud,
las revoluciones atlánticas, las transiciones del imperialismo al
republicanismo, la modernidad, los derechos, la ciudadanía y las primeras constituciones)
con nuestra experiencia presente. No es difícil identificarlas, pero valdría la
pena hacerlas más explícitas. Sobre todo pensando en que se necesita crear
público y que, como escribió Carmen Martín Gaite, ese es el prodigio más serio
de quien publica: “inventar con las palabras que dice, y en el mismo golpe, los
oídos que tendrán que oírlas”.
-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 25 de febrero de 2013
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