Al ímpetu reformista que tan súbitamente se ha apoderado del PRI, y
que tanto brilló por su ausencia cuando el PRI estuvo en la oposición, parece
que le sobra prisa y le falta perspectiva. Aspira a transmitir una urgente
necesidad de movimiento pero no sabe imprimirle un sentido, no logra
inscribirla en un itinerario.
De hecho, el comercial de la Presidencia de la República (véase en http://bit.ly/W4LoxV) lo retrata con
elocuencia. Mucha maroma pero ningún rumbo, mucho paisaje pero ninguna senda, mucha
arquitectura pero ninguna traza. El mensaje es que tienen muchas ganas de
“mover a México” pero… ¿moverlo hacia dónde?
Es un ímpetu reformista que carece de proyección, en el cual se
vislumbra un gran apetito de éxito pero una muy magra noción de trayectoria. Que
busca conjugar las reformas en el tiempo instantáneo de su aprobación, no en el
tiempo continuo y prolongado de su implementación. Un reformismo, en suma, que
parece más preocupado por celebrar el impulso de cambiar que ocupado en llevar
a cabo y dar seguimiento a los cambios.
En contraste con ése ímpetu reformista tan coyuntural y sin horizonte,
transcribo las siguientes líneas de Alfonso Reyes (tomadas de sus “Fragmentos
del arte poética”) como una invitación a que nuestros reformistas conciban su
labor en otra temporalidad:
“Hay que contar con la vida larga. Piensa de ti según el mito de
Osiris; piensa de ti como si nacieras despedazado y tuvieras que juntarte
diligentemente trozo a trozo […] Que ninguna torpeza de afuera venga a
interponerse; no tropieces contra lo fortuito, no te anules en el choque contra
lo indiferente o inútil. No quiera cada uno hacerte sardina de su ascua. Cuida
tu largo curso, prescindiendo, a izquierda y a derecha, de toda guerra que no
sea tu guerra. No te atraviese la espada que no era para ti. No te dejes matar
de bala perdida. Mira cómo anulas la casualidad, no te hagas víctima de cosa
tan ciega. Por algo te sientes todavía tan plástico y tan lejos de cristalizar
[…] Tus cañones son de larga parábola y sólo aciertan a gran distancia. No te
desalientes: es que tu alma tiene la figura de la longevidad. Tu órbita es
otra. Que el cómputo de tus años te deje cerrar la trayectoria. No te
desvanezcas tampoco, nadie ha probado que esto valga más que aquello. Cada uno
a su curva, todos los planetas adelantan con igual dignidad. Seduce al tiempo,
obliga al tiempo. Otros pueden acabar antes –peor o mejor para ellos. Tú, a tu
vasto viaje, a tu arco grande y a tu declinación segura. Tú, a lo tuyo”.
Contra un ímpetu reformista fatuo y sin miras, que trata de hacer como
si para transformar el país fuera suficiente con cambiar de partido o cambiar lo
que dice una norma, exijamos un reformismo que haga suyo el registro del arte
poética que proponía Reyes: vida larga, diligencia, gran distancia y
declinación segura.
Eso.
-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 21 de enero de 2013
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