lunes, 13 de julio de 2009

Ruinas

Ya lo han advertido, desde hace tiempo, diversas voces (por ejemplo, Héctor Aguilar Camín, Roger Bartra o José Woldenberg): en la izquierda mexicana hay muchos intelectuales pero muy pocas ideas.

Es una situación paradójica pero a la que ya nos hemos acostumbrado, una más entre la multitud de inercias que abundan en nuestra conversación pública. Con todo, conviene reparar en ella, no para llamarse al falso asombro (a éstas alturas no hay de otro) sino para tratar de hacer visible la crisis, para llamarla de un modo amable, por la que atraviesa la izquierda intelectual. 

Conocido el resultado de la elección, aparecen las siguientes reflexiones en la prensa.

Guadalupe Loaeza: “En esto precisamente pensaste, cuando el domingo te entregaron tus tres boletas: bajo los logotipos gigantescos de los partidos, los nombres de las personas no existían. El tuyo, al lado del de suplente, te pareció tan chiquito que tuviste que buscarlo con la ayuda de tus lentes. ¿Por qué si la ciudadanía ha demostrado que odia a los partidos, el Instituto Federal Electoral optó por minimizar a las personas y favorecer a los partidos? He allí una flagrante prueba de que los ciudadanos no contamos”. 

Luis Javier Garrido: “El pueblo mexicano manifestó un contundente repudio a Felipe Calderón en las elecciones de 2009, y si éste tuviera un mínimo de dignidad, siguiendo el principio republicano debería presentar de inmediato su renuncia”. 

Lorenzo Meyer: “Desde la oposición de izquierda, lo importante será la medida en que el gran movimiento social que encabeza Andrés Manuel López Obrador logre afirmar y acrecentar sus raíces en el ‘México profundo’”. 

Jaime Avilés: “Porque él (Jesús Ortega), y Jesús Zambrano, y Carlos Navarrete, y Graco Ramírez, y Guadalupe Acosta Naranjo, y René Arce, y Víctor Hugo Círigo, y Ruth Zavaleta y demás cumplen una misión al servicio de la ultraderecha: ellos deben permanecer al frente del PRD para controlar el dinero que ese partido recibe del IFE e impedir que éste financie las actividades del movimiento encabezado por López Obrador. Son unos auténticos secuestradores y allí permanecerán, hasta que las bases emigren masivamente al PT o suceda algo imponderable, que nunca se debe descartar”. 

Antonio Gershenson: “Lo primero, y en cierto sentido lo más importante, es la victoria en Iztapalapa”. 

Su sentido de la realidad recuerda, en mucho, al de los lugareños de Cuévano, la ciudad donde transcurre el relato de Ibargüengoitia Éstas ruinas que ves. Orgullosos de los escombros que habitan, entusiastas portadores de su decadencia, miran a su alrededor y proclaman: “Modestia aparte, somos la Atenas de por aquí”.

--Carlos Bravo Regidor
(La Razón, Lunes 13 de Julio de 2009)

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