Es muy común escuchar que los representantes en el Congreso no nos representan, que miran por sus intereses particulares antes que por el bien del país, que la nuestra más que una democracia es una “partidocracia”, etcétera. Son frases hechas, que no comunican una idea clara sino acaso una confusa sensación de malestar, pero que a fuerza de repetirse una y otra vez se han convertido en una muletilla, casi en un mantra, de nuestra conversación pública.
También es muy común escuchar que el remedio estriba en modificar la Constitución para permitir la reelección inmediata, que de ese modo los representantes se verían obligados a rendir cuentas sobre sus decisiones para intentar permanecer en el cargo, a tratar satisfacer las expectativas de los ciudadanos, y que éstos contarían así con un instrumento para premiar o castigar en las urnas el desempeño individual de sus legisladores. Se trata de una medida que, teóricamente, crearía un incentivo para resolver el supuesto déficit de representación que padece nuestro régimen político.
Tras las elecciones de julio pasado, la Fundación Este País, el IPN y el ITAM organizaron una encuesta sobre el “sentir ciudadano” en estos asuntos (Este País, no. 222, septiembre 2009). Los resultados confirmaron lo que predica la muletilla: que 47% de los que votaron por un partido, y 62% de los que anularon su voto o se abstuvieron de votar, no se sienten representados por sus legisladores. Sin embargo, a la sesgada pregunta “¿qué tan de acuerdo estaría usted con que se apruebe una ley que permita a los diputados que hayan cumplido con sus electores volver a ser candidatos en la siguiente elección?”, sólo el 49% de los que votaron por un partido, el 43% de los que anularon su voto y el 45% de los abstencionistas, estuvieron de acuerdo con la posibilidad de permitir la reelección.
El jueves pasado, Reforma publicó otras dos encuestas. En la primera, el 74% de los diputados federales respondió que estaba a favor de permitir la reelección legislativa. En la segunda, el 68% de los ciudadanos se manifestó en desacuerdo con ella. Es decir que en este tema, efectivamente, las preferencias de los representantes no corresponden con las de sus representados.
La ironía, pues, es que quienes apuestan por la reelección como fórmula para hacer más representativa, para “mejorar la calidad” de nuestra democracia, están promoviendo, al hacerlo, una reforma que no refleja la voluntad de la mayoría de los ciudadanos, sino la voluntad de la mayoría de esos legisladores que, según la muletilla, no nos representan.
-- Carlos Bravo Regidor
(La Razón, Lunes 7 de Diciembre)
lunes, 7 de diciembre de 2009
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Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarTodavía no entendemos cómo funciona la democracia. El hecho de que los políticos no se pongan de acuerdo es, en sí mismo, testimonio de que estamos viviendo en una democracia donde hay pluralidad de intereses. Si los legisladores se pusieran de acuerdo automáticamente, como en los tiempos del partido de(t)estado, se podría argumentar que los partidos políticos no representan a la ciudadanía.
Mantras como la reelección, la reducción del número de legisladores, la adopción de un régimen semi-presidencialista, entre otros, sólo desvían la atención de los temas importantes.
¿y cuál es la opinión del autor? Así como el problema de los argumentos reeleccionistas es que son abstractos, y con pocos ejemplos concretos deseables, los anti-reeleccionistas no han ofrecido mayor argumento que las críticas abstractas a la argumentación misma. El artículo de Escalante, dice que la reelección contribuiría a la fragmentación ¿esa fragmentación es indeseable?
ResponderEliminarAndrés:
ResponderEliminar¿Quieres algo más concreto que los números que arrojan las encuestas? ¿O ese te parece también un "argumento abstracto"?
Yo no la hago, la verdad, de aprendiz de ingeniero constitucional. Ya hay muchos de esos, y de tanto escucharlos, lo único que he aprendido es a ser escéptico de sus modelitos para armar y desarmar la República.
Mi crítica, más que a la propuesta de la reelección en sí, es a la manera de argumentar de los reeleccionistas: se les llena la boca hablando de la falta de representación, de que los legisladores no toman en cuenta a los ciudadanos, pero la propuesta en la que insisten con tanta convicción no representa la voluntad de la mayoría de los ciudadanos.
Hay algo muy incongruente, de lo que tendrían que hacerse cargo, en querer hacer más representativa la democracia con una reforma que va en contra de las preferencias de la mayoría. Como que no cuadra...
Saludos,
cbr
Buen CBR
ResponderEliminarLas encuestas no me parecen un argumento a favor o en contra de la reelección. En todo caso son un argumento sobre la discusión misma, sobre la conversación pública.La reelección puede ser buena o mala idea independientemente de lo que digan las encuestas.
Efectivamente todo indica que las mayorías no están de acuerdo con la reelección, por ahora. Sin embargo, no entiendo por qué está mal tratar de convencer a esas mayorías de que sea una buena idea (o bueno la chamba es decir por qué es mala idea).
Como en todo, entre quienes promueven la reelección, hay variedad. Habrán unos que la quieren por imposición, y otros que aunque sea por chispazo de suerte.
Creo que ambas opciones son una mala idea. La mejor, y en la que insisto, es que se discuta mucho. Que los que están a favor traten de convencer a quienes están en contra de por qué es buena y que quienes creen que es el camino de la destrucción hagan lo mismo.
Usar una encuesta para decir: "Dejen su propuesta porque a) la mayoría está en contra o b) es una mala idea justamante por que la mayoría está en contra" No me parece el mejor método de ponderación.
La contradicción de la que hablas suena a que el temor de los anti-reeleccionistas es un problema el cual se suele evadir: el mayoriteo SÍ existe. Sin embargo, las encuestas usadas para mayoritear de regreso, insisto evaden la discusión.
Un abrazo, Andrés
Buen Andrés:
ResponderEliminarEs que yo no digo que "dejen su propuesta" por lo que dicen las encuestas. Digo, en todo caso, que dejen de argumentar como están argumentando a favor de su propuesta (apelando a la idea de la "falta de representatividad") porque ese argumento se muerde la cola (su propuesta no representa a la mayoría cuya representación tanto les preocupa).
Y bueno, pues sí, como dices, "las encuestas no me parecen un argumento a favor o en contra de la reelección. En todo caso son un argumento sobre la discusión misma, sobre la conversación pública. La reelección puede ser buena o mala idea independientemente de lo que digan las encuestas". Lo mismo creo. Insisto: mi crítica se refiere a la ironía del argumento que se ha usado para defender la reelección, no a la reelección misma.
No está mal "tratar de convencer a las mayorías". Lo que pasa, más bien, es que los argumentos que están usando los reeleccionistas son malones.
Un abrazo
"ese argumento se muerde la cola". Nada más cierto que eso.
ResponderEliminarSaludos!
GE