Pregunta Leopoldo Gómez en Tercer Grado, de Televisa, cuáles fueron los “personajes periodísticos” del 2009. Joaquín López Dóriga contesta que él hubiera preferido quedarse con José Emilio Pacheco “y sus dos grandes premios, el Cervantes y el Reina Sofía” pero “ni modo, tengo que decirlo, es Juanito”. Respuesta interesante: no tanto por lo que dice del 2009 sino por lo que dice, más bien, de lo que se entiende por “periodístico” hoy en México.
De entrada, que el conductor del noticiario con mayor audiencia en la televisión sienta la necesidad de distinguirse de su propia elección, de hacer un deslinde entre su preferencia personal (un poeta galardonado en España) y la periodística (un vendedor ambulante metido a jefe delegacional en Iztapalapa) ofrece un primer indicio: que lo “periodístico”, en este caso, resultó algo tan indecoroso que hasta el señor que nos da las noticias todas las noches se toma sus distancias.
Pero hay más. Ciro Gómez Leyva, al igual que el resto de los integrantes del programa, coincidió con López Dóriga en darle el primer lugar a Juanito, mas agregó que en el segundo sitio estaría... Javier Aguirre. “Luego, el abismo” remató. Carlos Marín intervino para matizar: “encima de Javier Aguirre estaría, pero a una distancia abismal de Juanito, Barack Obama. Después Aguirre […] Obama pero muy debajo de Juanito”. En serio, eso dijo. Otro indicio: lo “periodístico” no requiere ningún sentido de las proporciones.
Finalmente, la discusión perdió todo el entusiasmo inicial cuando sus participantes recalaron en los nombres de algunos integrantes del gabinete y en los de otros figurones de la vida política. Tercer indicio: lo “periodístico” tiene que ser escandaloso o no es.
En cierto sentido, la malograda historia de Rafael Acosta en Iztapalapa es un elocuente comentario sobre la clase política perredista. Sobre sus pleitos de familia, su estratificación interna, su relación con la legalidad, sus bastiones clientelares, sus astucias y malas artes, en fin, sobre sus múltiples miserias y contradicciones. Que no son nada insólitas ni exclusivamente suyas, por cierto, pero que no todos los días se despliegan, como esta vez, con tanta franqueza y tan al aire libre.
La fascinación con Juanito, sin embargo, va mucho más allá de ese tema. Digamos, para abreviar, que retrata de cuerpo entero la “altura de miras” (¡como se les llena la boca cuando pronuncian esa frase!) que impera en nuestros medios. Señalarlo como el “personaje periodístico” del año que termina es un ilustrativo comentario sobre la calidad del periodismo que tenemos.
-- Carlos Bravo Regidor
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