Para lo primero propone una combinación de más impuestos, algunos recortes, ajustes y un modesto aumento de la deuda. Para lo segundo, destinar más recursos para el combate a la pobreza.
La oposición ha respondido, en términos generales, conforme a tres lógicas: 1) enojo por los excesos e ineficiencia en el manejo de los recursos públicos; 2) exigencia de contrarrestar los efectos de la recesión y reactivar la actividad económica; y 3) reclamo de aprovechar la oportunidad para adoptar otro modelo de desarrollo.
La primera lógica demanda más austeridad, disminuir el gasto corriente, reducir sueldos y personal. La segunda pide expandir el gasto público, elevar la inversión, fomentar la generación de empleos. Y la tercera convoca a dotar al Estado de más instrumentos para intervenir en la economía y procurar una mayor redistribución de la riqueza.
La propuesta del gobierno enfatiza la gravedad de la coyuntura y la debilidad de las finanzas públicas. En su visión imperan las dificultades, las restricciones, los compromisos financieros.
La oposición enfatiza, en cambio, lo inadecuado o incompleto de las medidas propuestas y su falta de ambición. En su visión imperan las convicciones, la insatisfacción, las expectativas.
El punto débil del gobierno ha sido no plantear la modificación de los llamados regímenes especiales (exenciones, deducciones, subsidios fiscales, tasas cero, etc.) y por los cuales este año se dejarán de percibir, según cifras del propio secretario de Hacienda, 465 mil millones de pesos (1.3 veces el monto del “boquete fiscal”).
El punto débil de la oposición ha sido insistir en la alternativa del déficit para impulsar una política contracíclica, pues difícilmente los mercados ofrecerán créditos a tasas accesibles para financiarle una caída permanente de la producción petrolera a un país con una estructura fiscal tan endeble como México.
Desde la perspectiva de la oposición parece que al gobierno le faltan decisión y audacia. Desde la perspectiva del gobierno parece que a la oposición le falta hacerse cargo de los costos y las consecuencias.
En esas estamos: entre un gobierno sin margen de maniobra y una oposición sin responsabilidad.
Ese es, hoy, el rostro de nuestra normalidad democrática.
--Carlos Bravo Regidor
La señal de que no hemos tocado fondo es que los políticos no se han puesto de acuerdo. La democracia es, casi por definición, un sistema responsivo y no preventivo. Cuando los intereses de todos los actores se ven afectados se alcanzan acuerdos significativos. Antes, no.
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