¿Cuáles son las condiciones que hacen posible un
periodismo independiente y de interés público? ¿Cómo evitar que las libertades
de prensa o de mercado se conviertan en coartadas para no regular la relación entre
medios de comunicación y poderes públicos? ¿Puede la industria de las noticias
servir a la ciudadanía cuando no está organizada ni funciona conforme a
criterios mínimamente transparentes?
En torno
a este tipo de preguntas giró la brillante conferencia que Natalie Fenton impartió
durante el primer seminario internacional “El
estado del periodismo y los medios”,
organizado la semana pasada por el CIDE. Profesora en Goldsmiths, Universidad de Londres, e
integrante fundadora de la Coalición para la Reforma de los Medios en el Reino Unido, Fenton argumentó que la importancia de las prácticas periodísticas y
los medios de comunicación en un sistema democrático demanda que las ciencias
sociales se los tomen más en serio como objetos de estudio.
Su
charla dio pie a un muy vivo intercambio que terminó recalando en el tema del
gasto en publicidad gubernamental: en las cantidades a las que asciende, en lo
que representa para las finanzas de la industria de las noticias, en la
opacidad general que caracteriza la experiencia mexicana en la materia. Y es
que salvo por contadas excepciones, como el informe “El costo de la
legitimidad. El uso de la publicidad oficial en las entidades federativas” (http://j.mp/1aThLqx) coordinado por Artículo 19 y FUNDAR, en México no hemos
indagado a fondo, no hemos generado un cuerpo de conocimiento que vaya más allá
de las especulaciones o las anécdotas con respecto al flujo de dinero público hacia
los medios.
La información con la que contamos es escasa e
imprecisa pero suficiente como para formular algunas primeras preguntas de
investigación.
Por ejemplo, en el anexo estadístico del Informe de
Gobierno 2012-2013 hay un cuadro sobre “Gasto ejercido en servicios de
comunicación social y publicidad en la Administración Pública Federal” (http://j.mp/18PZPs9, p. 20) que muestra los montos
erogados para dicho rubro por cada entidad gubernamental entre 2001 y 2013.
En 2001, el total ascendió a 1.9 mil millones de
pesos (mmdp); en 2003, a 3.1; en 2008, a 5.5; y en 2012, a 8.4 mmdp. ¿Cómo
explicar ese crecimiento? ¿En qué medios, conforme a qué proporción y de
acuerdo a qué criterios se gastó todo ese dinero?
En 2003, el presupuesto ejercido en Turismo como
entidad de control presupuestario indirecto se incrementó en 5742%; en 2008, el
de la Secretaría del Trabajo aumentó en 46590% y el de la Secretaría de la
Defensa en 42195%; en 2009, el de la Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación se disparó en un 1542%; y en 2011, el de
la Secretaría de la Marina creció en un 9656%. ¿A qué respondieron esos cambios
tan drásticos?
Entre enero y junio de 2013, el total de gasto se
contrajo en 94%. ¿Cómo han logrado sobrevivir los medios de comunicación a un
recorte tan drástico en una de sus principales fuentes de financiamiento? ¿Han
reducido sus costos o han encontrado otras formas de financiarse? ¿Y cómo ha
impactado todo ello en sus líneas editoriales?
Bien dijo Natalie Fenton que “tan importante es que
los medios de comunicación llamen a cuentas a los poderes públicos como que los
ciudadanos llamen a cuentas a los medios de comunicación”.
-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 4 de noviembre de 2013
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