lunes, 19 de agosto de 2013

El Pacto y la “consolidación de la transición”

El viernes pasado Macario Schettino (http://j.mp/18Ay4Wn) escribió que con los acuerdos alcanzados durante los ocho meses de existencia del Pacto por México “hemos avanzado más que en los 15 años previos”. A este paso, aventuró, si el Pacto procesa con éxito las reformas política y energética, para 2014 tendremos una suerte de nueva Constitución: “porque eso es exactamente lo que está haciendo el Pacto por México: es una especie de Congreso Constituyente, es la consolidación de la transición”.

Se trata de un argumento francamente conmovedor, no por persuasivo sino porque su esforzado entusiasmo en nada compensa su escasez de fundamentos. Y porque al final, sin advertirlo, se resume en una curiosa expresión al mismo tiempo equívoca y exacta. Me explico.

Ninguna de las dos reformas derivadas del Pacto por México, ni la educativa ni la de telecomunicaciones, ha rendido frutos. Es muy pronto todavía para valorar su impacto, falta tiempo no sólo para conocer varios aspectos cruciales que tendrán que resolverse en la legislación secundaria sino también para evaluar qué tan efectiva resulta su implementación. ¿Conforme a qué criterio, con base en qué evidencia, se puede sostener entonces que con las reformas del Pacto “hemos avanzado más” que con todas las de los 15 años previos?

Recordemos además que entre 1997 y 2012 se aprobaron un total de 69 reformas constitucionales, 83% de las cuales contaron con los votos conjuntos del PRI, el PAN y el PRD, en temas tan sustantivos como transparencia y acceso a la información (2007), justicia (2008), derechos humanos (2004 y 2011) o juicio de amparo (2011). No es, pues, que antes del Pacto no hubiera acuerdos políticos ni avances constitucionales –véase María Amparo Casar e Ignacio Marván, “Pluralismo y reformas constitucionales en México: 1997-2012”, http://j.mp/14QW6PW.

De hecho, si hoy cabe la posibilidad de hablar de una “nueva Constitución” no es por las reformas derivadas o por derivarse del Pacto, sino porque desde 1970, y sobre todo a partir de 1982, México ha experimentado una profunda reinvención de su infraestructura jurídica. Reinvención, por cierto, que se explica menos como producto de la voluntad política de una u otra generación que como respuesta al cambio social de las últimas décadas –véase Sergio López Ayllón y Héctor Fix-Fierro, “¡Tan cerca, tan lejos! Estado de Derecho y cambio jurídico en México, 1970-2000”, http://j.mp/18BlxlK.

¿En qué sentido puede ser el Pacto, finalmente, la “consolidación de la transición”? La expresión es, de entrada, equívoca. Porque “consolidar” es fijar, arraigar, afianzar; mientras que “transición” es flujo, desplazamiento, un momento provisional mientras transcurre el movimiento de un punto a otro. “Consolidación de la transición” significa, tal cual, darle fijeza a un estado de cosas provisional –véase Jesús Silva-Herzog Márquez, “Consolidadores de la transición”, http://j.mp/1bDHVN0.

Sin embargo, no por equívoca la expresión es inexacta. Porque eso es lo que ha hecho, a su manera, el Pacto por México. No hacernos avanzar más en ocho meses que en quince años, no darnos una “nueva Constitución”, sino prolongar en el tiempo la coyuntura postelectoral: darle nueva vida a dirigentes partidistas cuyo ciclo ya estaba agotado, mantener débil y dividida internamente a la oposición, institucionalizar normalizar como normal democrático un mecanismo de negociación excepcional sin representatividad.

Hay confusiones que, a pesar de sí mismas, son de lo más elocuente.

-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 19 de agosto de 2013

Coda. La respuesta de Macario Schettino puede leerse aquí.

1 comentario:

  1. Me encanta cómo Macario Schettino es el ñoño de la comentocracia mexicana al que todos atacan y agreden (muchas veces con razón). El otro día en Twitter, Gerardo Esquivel le estaba diciendo que sus cifras de empleo estaban mal, y Pepe Merino también lo estaba ajerando con unos datos de ingreso de hogares.
    En todo caso, es curioso que la comentocracia se ensañe con Don Schettino y no con otros más visibles y optimistas como Gabriel Guerra o Luis Rubio.

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