lunes, 8 de julio de 2013

Cuando la educación no hace diferencia

En septiembre del año pasado la revista Boston Review publicó un ensayo de James Heckman (http://j.mp/16WQFuV), profesor de economía en la Universidad de Chicago, que causó cierto revuelo en Estados Unidos. Y es que dicho ensayo, que traducía para un público no académico buena parte de la investigación a la que Heckman se ha dedicado durante los últimos años, mostraba lo infundada que hoy resulta la expectativa de que la educación haga diferencia en la vida de los estadounidenses.

El argumento de Heckman es que “el accidente de nacer es la principal fuente de desigualdad en Estados Unidos actualmente. La sociedad estadounidense está dividida entre quienes tienen habilidades y quienes no las tienen. El origen de esa desigualdad está en las experiencias de la primera infancia. Niños que nacen en entornos desfavorables corren un riesgo mucho mayor de no adquirir habilidades, de tener bajos ingresos y enfrentar dificultades personales y sociales como padecer mala salud, embarazarse durante la adolescencia o involucrarse en actividades criminales. Mientras celebramos la igualdad de oportunidades, vivimos en una sociedad en la que el nacimiento se está convirtiendo en destino”.

La gráfica adjunta ilustra el problema. El eje vertical se refiere a la puntuación media en un examen de habilidades cognitivas. El eje horizontal, a la edad de los niños que realizan ese tipo de examen a los 3, 5, 8 y 18 años. Cada curva ilustra la trayectoria de un grupo distinto. La primera (de arriba hacia abajo) es la de hijos de madres graduadas de la universidad; la segunda, la de hijos de madres que cursaron estudios universitarios pero no se graduaron; la tercera, la de hijos de madres que se graduaron del bachillerato; la cuarta, la de hijos de madres que no alcanzaron a graduarse del bachillerato.


Como se ve, la desigualdad en habilidades que separa a los niños al ingresar al sistema educativo es prácticamente idéntica a la desigualdad que los separa cuando egresan de él, quince años después. La escuela, en pocas palabras, no hace mayor diferencia.

Heckman concluye proponiendo políticas públicas que intervengan desde muy temprano para contrarrestar el efecto negativo de los entornos desfavorables en las habilidades que desarrollan los menores de 3 años...

¿Cómo estarán esos datos para el caso mexicano? ¿Y qué contemplara la reforma educativa al respecto?

-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 8 de Julio de 2013

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