Por éstos días abundan en la prensa múltiples balances
del sexenio que termina. Impresiones, opiniones, evaluaciones, defensas o
condenas de lo que ha sido y lo que deja
la gestión del presidente Felipe Calderón: la guerra contra el crimen
organizado, la estabilidad macroeconómica, el crecimiento de la pobreza y el
desempleo, el impulso al Seguro Popular y al INFONAVIT, la nueva policía
federal, las viejas miserias de la impartición de justicia, etcétera.
Se trata de ejercicios que tienen su interés, desde
luego, por lo que hay en ellos de registro histórico, de juicio de una época
con respecto a sí misma, pero además por lo que revelan de nuestra conversación
pública: de las rutinas mentales que constituyen buena parte del discurso de la
comentocracia, de los reacomodos entre quienes fungen como correos políticos,
de cómo los medios intermedian la relación entre sociedad y poderes públicos.
Con todo, más allá de lo que dice esa multitud de balances,
literalmente o entre líneas, las últimas semanas nos han regalado también
varios instantes de rara elocuencia. Momentos que en cierto sentido evocan
aquella genial caricatura del New Yorker en la que un personaje declara: “lamento que mi pobre
elección de palabras haya causado que algunas personas entendieran lo que
estaba diciendo”. Así que, en lugar de ofrecer otro balance más, recojo estas tres
estampas desde el fin de un sexenio.
1) Felipe Calderón, en una entrevista a propósito de
la legalización de la mariguana para fines recreativos en Colorado y Washington
y sus implicaciones para México. Primero dice que el hecho “obliga a un
replanteamiento de la política pública a nivel hemisférico”. Luego se asume
promotor de ese replanteamiento fuera
de México: “es más o menos lo que he venido planteando a nivel internacional,
en la ONU este año y parte del año pasado, que he planteado al propio
presidente Barack Obama”. Después duda porque “es un problema social importante
[…] por ejemplo, en una eventual legalización, que millones, que miles de
decenas de millones de niños en México van a tener una libre disposición del
acceso a drogas”. Finalmente, señala que la legalización “le resta autoridad
moral a Estados Unidos”.
2) Ricardo Salinas Pliego, al participar en una
Cumbre de Negocios sobre “Cómo lograr el éxito en un mundo cambiante”. Literal:
“el obstáculo número uno para cualquier empresario es darle la vuelta al
gobierno […] a las regulaciones del gobierno. Las compañías pequeñas son la que
se llevan la peor parte. Las compañías grandes, como la mía, podemos contratar
muchos abogados, contadores y muchos cabilderos”.
3) Elba Esther Gordillo, en la ceremonia de
inauguración del VI Congreso Nacional del SNTE en Cancún: “Nunca he pensado ser
secretaria de Educación ni sirvienta de nadie”.
-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 19 de noviembre de 2012
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