El sábado pasado, 7 de julio, La Jornada publicó en portada una fotografía sensacional (http://bit.ly/Nxzl5O): Enrique Peña Nieto muy sonriente, en actitud de celebración, portando la camiseta de un equipo de futbol que en el pecho lleva el nombre de su patrocinador, Soriana. La imagen aparece coronada por un encabezado fulminante que dice “con la camiseta bien puesta”.
Hay más. A la derecha de Peña Nieto aparece Rubén Moreira, actual gobernador de Coahuila y hermano del ex gobernador y ex dirigente del PRI Humberto Moreira, quien renunció tras el escándalo de la deuda de 33 mil millones de pesos que el estado contrajo durante su gestión. A la izquierda aparecen su esposa, la actriz Angélica Rivera, y otro actor de telenovelas, también estelar de Televisa, con una gorra del PRI. Debajo hay un texto, con llamada a nota interior, en el que se lee “ayer en una emisión radiofónica se presentaron pruebas de que entre 2008 y 2012 el gobierno mexiquense pagó a Soriana 3 mil millones de pesos por despensas”.
De entrada, la primera impresión que provoca la portada es tremenda. Casi como si nos presentara una prueba directamente incriminatoria, como si nos revelara un hecho tan siniestro como fehaciente. Casi. Porque, más allá de esa primera impresión, no hay en ella ninguna prueba ni ninguna revelación sobre el tema en cuestión: la compra masiva de votos, por parte del PRI, mediante la distribución de monederos electrónicos de una tienda de autoservicio.
Veamos. La imagen proviene de un acto de campaña que ocurrió tres semanas antes, el 18 de junio, en Torreón, Coahuila, durante el cual Peña Nieto se enfundó la camiseta del equipo de futbol local. Normal. La nota interior (http://bit.ly/NblUJT) alude a unos datos que dio a conocer Carmen Aristegui en su noticiero de radio sobre varios contratos y adjudicaciones celebrados entre Soriana y los gobiernos del Estado de México, Baja California, Nuevo León, Sinaloa, Durango, Coahuila, Veracruz y Guerrero, por montos que van desde 19 hasta 660 millones de pesos. No es información irrelevante, desde luego, pero en sí misma no constituye evidencia concreta de ningún ilícito electoral.
Esa portada es un ejemplo, en todo caso, de cómo se crea una verdad mediática, es decir, una verdad que pone la indignación antes que la investigación, el impacto antes que la prueba, la denuncia antes que el esclarecimiento…
La gravedad de las acusaciones contra el PRI por violación a los topes de gasto, a la libertad del voto o a la equidad en la contienda ameritaría una prensa que se tomara más en serio su responsabilidad. Menos indulgente consigo misma, más rigurosa, menos mediática y más periodística.
La elección no se va a “limpiar”, en lo que a la conversación pública se refiere, de otro modo. Al contrario.
-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 9 de junio de 2012.
lunes, 9 de julio de 2012
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