lunes, 4 de julio de 2011

La identidad o los incentivos

Leo dos libros recién publicados. El primero, de Jorge Castañeda, es Mañana o pasado. El misterio de los mexicanos. El segundo, de Carlos Elizondo, Por eso estamos como estamos. La economía política de un crecimiento mediocre. Ambos ofrecen un diagnóstico general de los problemas que enfrenta México en la actualidad. Pero cada uno adjudica esos problemas a causas muy distintas. 


El argumento de Mañana o pasado es que “la llegada de México a una cierta modernidad choca contra la permanencia de los principales rasgos del carácter nacional mexicano”. Es decir que, según Castañeda, lo que somos es el principal obstáculo para convertirnos en lo que quisiéramos ser. Somos individualistas, no nos organizamos, rehuimos al conflicto, rendimos pleitesía al pasado, sospechamos de lo extranjero, nos encanta asumir el papel de víctimas, despreciamos la ley, etcétera. Lo que tiene que cambiar es nada menos que nuestros valores, nuestras actitudes, nuestra identidad como nación. 

El argumento de Por eso estamos como estamos es que “la distribución del poder, las instituciones existentes y una sociedad que participa poco en la búsqueda del interés general han impedido crecer a mayores tasas y de forma sostenida”. Estamos como estamos, dice Elizondo, por un perverso entramado de intereses, instituciones e inercias que inhibe nuestro desarrollo. El Estado es débil, hay monopolios y poca competencia, predomina el rentismo antes que la innovación, el sistema educativo no produce capital social, los privilegios particulares subsisten por encima de los derechos universales, no hay verdadera rendición de cuentas, etcétera. Lo que tiene que cambiar son, fundamentalmente, los incentivos. 

Si hubiera que caracterizar cada libro por la manera de presentar y desarrollar su argumento, diría que el de Castañeda es un mezcla de vieja ensayística de la identidad, resumen ejecutivo de encuesta de valores y harto impresionismo anecdótico a lo Thomas Friedman. El de Elizondo, en cambio, sería un análisis a medio camino entre estudio comparativo de la OCDE y versión mexicanizada del modelo de Acemoglu y Robinson en The Economic Origins of Dictatorship and Democracy

La propuesta de Castañeda es impulsar un cambio cultural. Su inspiración son los mexicanos en Estados Unidos, ese exitoso “experimento” que son quienes han conseguido dejar atrás una vieja forma de ser y aprender una nueva. La propuesta de Elizondo es emprender una batería de reformas institucionales. Su inspiración está en las experiencias de Brasil, Singapur, Chile, China, España, Corea del Sur y demás países que han logrado hacer los cambios necesarios para crecer y desarrollarse. 

El problema con el planteamiento de Castañeda es lo anacrónico que resulta el “carácter nacional” como explicación, esa especie de artefacto psicológico-culturalista que termina reduciéndolo todo a una cuestión de “mentalidad” y en el camino pierde de vista lo concreto: los intereses creados, las fuerzas materiales, las estructuras de poder. El problema con el planteamiento de Elizondo es que las reformas, por indispensables que sean, no se hacen solas ni en el vacío: una cosa es saber qué queremos cambiar y por qué; otra, muy distinta, saber cómo hacerlo. 

Volpiana
“La función del intelectual es ser uno más de los controles que la sociedad ejerce sobre su gobierno. Para cumplirla, no necesita premios, reconocimientos o invitaciones. […] Si un intelectual se incorpora al gobierno […] no debe ser considerado como tal. Sólo continuará disfrutando de la confianza de la sociedad quien mantenga una independencia del poder a toda prueba”. Jorge Volpi, Letras Libres, Octubre de 2000.

-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 4 de julio de 2011

3 comentarios:

  1. no veo diferencia alguna: uno dice priva el rentismo, otro dice somos individualistas; no nos organizamos, nuestros incentivos estan mal alineados;rendimos pleitesía al pasado, no hay innovación;despreciamos la ley,los privilegios particulares subsisten por encima de los derechos universales.

    No existe diferencia alguna entre decir que: “la llegada de México a una cierta modernidad choca contra la permanencia de los principales rasgos del carácter nacional mexicano” o que "las instituciones existentes y una sociedad que participa poco en la búsqueda del interés general han impedido crecer a mayores tasas y de forma sostenida”

    mi punto: ese institucionalimo northeano es la peor forma de culturalismo.

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  2. Yo no veo un mal diagnóstico en ambos casos, tal véz énfasis en la visión planteada. Hay muchos factores y cuestionamientos que ambas visiones puedan tener.
    Lo que veo en los analístas contemporaneos es que puede uno decir "bravo, que chingón/a persona tan bien educada e informada", nos hemos convertido en expertos en diagnosticar nuestra realidad, somos los reyes, hasta libros editamos, pronto haremos enciclopedias, "!que chingones!". ...
    Mientras, al país se lo lleva la chingada

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  3. Que claro, y tambiên bastante divertido tu blog, canijo. Comencê leyendo diciembre y ya casi llego a junio. Te mando un fuerte abrazo desde Canada. Yo si firmo con mi nombre: CAPITAN CALAMAR.

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