domingo, 11 de julio de 2010

La arrogancia del altiplano

Es difícil sacar algo en claro de las elecciones del pasado 4 de julio. Y es que la multitud de interpretaciones que ha circulado en la prensa durante los últimos días da para todo: “un retroceso importante” (José Antonio Crespo); “un gran paso en la maduración de nuestra democracia” (Enrique Krauze); “ejemplo notable” (Mauricio Merino); “elecciones aburridas” (Rafael Segovia); “elecciones de Estado” (Julio Hernández); “más buenas noticias que malas” (José Woldenberg); “alquimia política” (Epigmenio Ibarra); “estamos como hemos estado desde el fin del viejo régimen” (Macario Schettino); “luego del 4 de julio, el escenario es totalmente distinto” (Ricardo Alemán); etcétera.

Con todo, por encima de las previsibles divergencias en la interpretación prevalece una coincidencia en la perspectiva: mirar las elecciones locales básicamente en función de sus implicaciones nacionales, sobre todo de sus posibles significados con respecto a las elecciones del 2012, como si sus resultados anticiparan un pronóstico o revelaran cierta tendencia. Lo cual resulta harto problemático por dos razones.

Primero, porque buena parte del electorado mexicano ha dado repetidas pruebas de ser un electorado cada vez más complejo: que está atento a los acontecimientos; que evalúa sus opciones; que cambia sus preferencias; que divide su voto; que distingue entre la política local, estatal y nacional, lo mismo que entre candidatos y partidos. Es un electorado, pues, cuyo comportamiento en una elección de gobernador o alcalde no constituye automáticamente un indicio de lo que será su comportamiento posterior en una elección de presidente o diputado federal.

Y segundo, porque las elecciones locales responden a una lógica propia: a trayectorias políticas heterogéneas; a distintas correlaciones de fuerzas; a climas de opinión diversos; en fin, a una serie de condiciones locales cuya especificidad es preciso tomar en cuenta para no incurrir en generalizaciones sin mucho sentido. Agregar sus resultados e interpretar las elecciones locales como si todas formaran parte de un mismo evento o fueran expresiones menores de un fenómeno mayor es renunciar a entenderlas en sus propios términos.

La cobertura que medios de comunicación y profesionales de la opinión han hecho de los procesos electorales de este año es un claro ejemplo de que la política local sigue siendo la gran ausente en la narrativa de la democracia, de que no sabemos dar cuenta de la complejidad de lo que está pasando a ras de cancha en este país, de que nuestra conversación pública no logra trascender eso que Joaquín López Dóriga suele llamar “la arrogancia del altiplano”.



-- Carlos Bravo Regidor 
La Razón, lunes 12 de julio de 2010 

6 comentarios:

  1. ¿Es tarea de los diarios y analistas nacionales ocuparse de la complejidad local de estos procesos? ¿No perdería sentido su tarea si se dedicaran a desmenuzar la miriada de factores locales que tienen algún impacto en los resultados electorales en lugar de interpretar sus posibles implicaciones para la contienda nacional? ¿No pecamos de la misma arrogancia cuando buscamos respuestas locales en los medios nacionales en lugar de consultar las fuentes estatales que han cubierto puntualmente estas contiendas?

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  2. Quisiera saber a que diarios estatales se refiere el comentario anterior, por que la cobertura de las prensas locales en mi experiencia esta lejos de ser puntual. En particular porque no pocos gobernadores ejercen cada vez mas presiones cuando no un verdadero control de los medios en sus respectivos estados.

    En ese sentido me parece que lejos de ser arrogante la crítica de Carlos Bravo a la prensa nacional por no ocuparse de los tejemanejes que deciden las elecciones locales es pertinente. Porque la prensa nacional precisamente por ser nacional podria escapar a las influencias de esos poderes locales que mantienen secuestradas a las prensas de varios estados.

    Gracias de antemano.

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  3. Ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. Ciertamente, un periodico nacional no puede ser el chismografo de todo lo que sucede en cada rincón de la República. Pero tambiem, es cierto que el seguimiento que hacen lo periodicos naconales de las cosas que pasan en los estados es pobre y superficial.

    Saludos.

    No podra haber un justo medio?

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  4. Excelente post. La comentocracia del DF no ha entendido lo que pasa en los estados ni le interesa. Así se demostró en el gobierno de Fox, gobernador de provincia que nunca fue aceptado por el círculo rojo del DF. La política local se ve diferente desde los estados que desde el DF, de la misma forma que la relación con Estados Unidos se ve diferente desde el DF que desde la frontera. Quizá la última batalla por la democratización de México sea la de la decentralización efectiva, pero ¿no habíamos vivido ya estos debates en los primeros años de vida independiente?

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  5. Se nota que tus años fuera de México te han dado una perspectiva diferente del país. Ves cosas que nosotros aquí damos por sentadas. Es muy refrescante leerte.

    Felicidades.

    J.C.

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  6. http://www.razon.com.mx/spip.php?page=nota&id_rubrique=2&id_article=38220

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