lunes, 8 de marzo de 2010

La crisis está en otra parte…


Declara el coordinador de la bancada del PAN en el Senado, Gustavo Madero: “Seamos sensibles a lo que nos dice la gente. Escucho con mucha atención los reclamos de los ciudadanos, la inconformidad, la desilusión sobre el sistema político. Por eso estoy convencido de que debemos aprobar la reforma política, porque es una demanda de la sociedad”. Pero la encuesta más reciente de María de las Heras, publicada el lunes pasado en Milenio, señala que 9 de cada 10 mexicanos entienden “poco o nada” sobre la reforma política y que a 6 de cada 10 lo que les importa es la economía, el desempleo y la inseguridad.


Dice Mario Campos en un “chat” de El Universal que Twitter y otras redes sociales de Internet son “tecnologías que fortalecen la democracia, que permiten una mayor participación” y que dan “más poder a los ciudadanos”. Y Ana Paula Ordorica, en su columna de Excélsior hace unas cuantas semanas, celebra que el Secretario de Gobernación haya inaugurado un “blog” para discutir la reforma política: “qué poco se necesita para abrir canales de comunicación con la ciudadanía. Los políticos pueden escuchar hoy a los ciudadanos… si quieren”. Pero según el estimado de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, en 2009 hubo 28.5 millones de internautas en México, es decir que menos del 27 por ciento de los mexicanos tuvo acceso a la red. Además, de acuerdo con una investigación de Guillermo Perezbolde, en enero de este año había apenas 146 mil usuarios de Twitter en México, el 5 por ciento de los cuales produjo el 95 por ciento del contenido publicado.

Reclaman los abajofirmantes del desplegado “No a la generación del no” que “trece años llevan detenidas las reformas de fondo que el país necesita”, e instan a los legisladores a aprobar la reforma política propuesta por el Presidente Calderón para que no termine “en el mismo camino: la negación, la parálisis”. Pero un vistazo a la base de datos del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM indica que de 1997 a la fecha se han aprobado más de 50 reformas constitucionales en múltiples materias como derechos humanos, derechos y cultura indígenas, fiscalización de las finanzas públicas, procesos electorales, procuración de justicia, seguridad pública, transparencia y acceso a la información, etc.

En resumen: la clase política se desvive por quedar bien ante reclamos ciudadanos que no reflejan las preocupaciones de una inmensa mayoría que ni siquiera los entiende; los comunicadores asumen que Internet es la punta de lanza de una democratización en la que más del 70 por ciento de los mexicanos está excluido; para la crème de la crème de la intelectualidad, la academia, los medios, la cultura, los negocios y la tecnocracia las únicas reformas que importan son, aparentemente, las que no se hacen.

Caray, da la impresión de que la crisis está en otra parte…

-- Carlos Bravo Regidor

(La Razón, lunes 8 de marzo de 2010)

4 comentarios:

  1. EFECTIVAMENTE INTERNET AUN NO ES REPRESENTATIVO DE LA POBLACION, TAL VEZ SI LO SEA DE LA CLASE MAS PENSANTE, CREO QUE ESTO SERA UNA CUESTION DE TIEMPO, POR LO PRONTO ES UN BUEN TERMOMETRO DE LO QUE ALGUNOS DE LOS MEXICANOS PENSAMOS...

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  2. Para el anónimo anterior:

    La idea de que hay tal cosa como una “clase más pensante” me parece mucho más de “clase” que “pensante”.

    Saludos,

    cbr

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  3. Mi estimado tocayo:

    Me encantan las opiniones apoyadas en estadisticas! Que si bien las estadísticas siempre serán "manupulables" es mejor que nada.

    Ya los decía Leo Zuckermann desde el sexenio pasado. Lo que urge es una reforma política porque es la base indispensables para que después se denn las otras reformas (fiscal, energética, etc.) y estoy de acuerdo porque es sistema político mexicano actual no permite al ejecutivo sacar las reformas que requiere.

    Por ello, nos quedamos con reformas a medias... o con el decreto para celebrar el día de la charrería! OMG!

    Saludos.

    Carlos Portilla

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  4. Es más fácil hacer reformas de relumbrón (política, derechos indígenas, derecho a la cultura -mi favorita-) que tocar los intereses económicos creados que no dejan que el país crezca.

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