La semana pasada se
presentó en la ciudad de México Medianoche en México. El descenso de un
periodista a las tinieblas de su país (Debate, 2013): un relato, a
medio camino entre reportaje y testimonio, sobre el lado más oscuro de las
transformaciones que ha vivido México durante las últimas dos décadas.
Su
autor, Alfredo Corchado, es originario de San Luis de Cordero, un pequeño pueblo
en Durango cerca de la zona hoy conocida como “el triángulo dorado”. A mediados
de los años sesenta, cuando era apenas un niño, Corchado migró con su madre y
sus hermanos a Estados Unidos, donde su padre trabajaba de bracero. Allá se
quedó, allá creció, allá adquirió una educación sentimental atesorando
recuerdos familiares y mucha música mexicana. Y allá, también, se hizo
periodista. Pero treinta años después volvió, como corresponsal “extranjero”
del Dallas Morning News, a una patria muy distinta de la de su
nostalgia.
Medianoche en México es el producto de su trabajo como reportero y
de su ajuste de cuentas, digamos, como Mexican-American en
México. De ahí que sea un libro susceptible de ser leído, como bien apuntó
Guillermo Osorno al presentarlo, en diversos registros: como una bitácora de
ese profundo deterioro que llamamos “la guerra”; como una carta de amor filial;
como una lección de periodismo bajo amenaza; como una saga del retorno lopezvelardiano al edén subvertido; como la
crónica de un muy personal proceso de autodescubrimiento…
Yo
he querido leerlo como la expresión de una sensibilidad liminar con respecto a
México, de una suerte de feeling fronterizo con suficiente
cercanía como para saber cómo son las cosas aquí pero suficiente distancia como
para no haberse acostumbrado a que las cosas sean así. Una mirada anfibia,
pues, de la que emana una visión del presente mexicano realista pero sin
cinismo, inconforme pero sin ingenuidad.
En
esa sensibilidad, en ese feeling, en esa mirada hay una alquimia a
un tiempo contundente y conmovedora. Sus padres decidieron llevarse a la
familia a Estados Unidos porque aquí no había oportunidades, no había futuro
para ellos. Cincuenta años después Alfredo Corchado regresa y escribe un libro
sobre México dedicado a sus padres “por enseñarme el arte de creer a pesar de
todas las adversidades”.
Es
la alquimia de la experiencia migratoria: crear esperanza donde ya no la había.
De eso se trata, en el
fondo, el libro de Alfredo Corchado. De un mexicano de Estados Unidos que
vuelve para regalarnos a los mexicanos de México el relato doloroso pero aún
así esperanzado que él ha logrado entresacar, a partir de su propia
experiencia, de nuestra desesperación.
-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes
21 de octubre de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario