lunes, 20 de febrero de 2012

Noticias que no son noticia: la pobreza

Hace casi dos semanas se dio a conocer el informe 2011 del CONEVAL, el diagnóstico más serio y exhaustivo con el que contamos para evaluar la política social en México.  Es difícil exagerar el valor de dicho documento: para los funcionarios, por su utilidad como instrumento para tomar decisiones; para los medios, por la riqueza de los datos que presenta; para los ciudadanos, por su relevancia como insumo para la reflexión, el análisis y la crítica.

El informe (cuya versión electrónica puede consultarse en http://bit.ly/zV0NzM) da cuenta de cómo entre 2008 y 2010 la crisis financiera internacional, el alza en el precio de los alimentos y las bajas tasas de crecimiento económico acumuladas durante los últimos veinte años provocaron un aumento en el número de personas “en situación de pobreza” (que pasó de 48.8 a 52 millones) pero diferenciado en cuanto a las carencias que padecen o a los grupos sociodemográficos a los que pertenecen.

Así, por ejemplo, hoy hay más mexicanos “vulnerables por ingreso” (de 4.9 a 6.5 millones) y que carecen de “acceso a la alimentación” (de 23.8 a 28 millones), pero menos sin acceso a los servicios de salud (de 44.8 a 35.8 millones) o a servicios básicos en la vivienda (de 21.1 a 18.5 millones).  Los grupos más afectados por la pobreza son los adultos mayores (45.7%), los menores de 18 años (52.8%), los hablantes de lengua indígena (79.3%) y los residentes en zonas más marginadas (77.8%). La mayor carencia sigue siendo, por mucho, el acceso a la seguridad social (de 71.3 a 68.3 millones). 

Además, el informe revisa múltiples políticas en materia de desarrollo social y detalla su impacto en términos redistributivos y de equidad. Así, por ejemplo, muestra que las políticas más progresivas suelen ser las transferencias dirigidas (como Oportunidades o Empleo Temporal), mientras que las más regresivas suelen ser los subsidios (al consumo de energéticos o a las escuelas privadas vía colegiaturas deducibles). O que el efecto redistributivo de las pensiones puede ser muy desigual, pues las puede haber progresivas (como los programas para adultos mayores en los estados o 70 y más) o regresivas (como las del ISSSTE, las de adultos mayores en el Distrito Federal o las del IMSS).

El informe, queda claro, contiene mucha información importante. Pero la cobertura que le han dado los periódicos ha sido escandalosamente omisa. No fue noticia de ocho columnas salvo en un diario nacional (El Universal ) y de primera plana sólo en otro (La Jornada). En los demás apenas se consignó en notas interiores, pasando incluso desapercibido en las columnas de opinión. Las nimiedades de los precandidatos presidenciales, los jaloneos con el IFE, las grillas al interior de los partidos resultaron de mayor interés para nuestra prensa.

No pregunto ya por las historias de carne y hueso, por un periodismo que sepa transmitir el significado de esas cifras en la vida cotidiana de personas concretas --como el que hace, por ejemplo, el New York Times. Ni siquiera la evolución general de la pobreza durante los últimos años, la eficacia o ineficacia de las políticas dedicadas a combatirla, fue ni es noticia.

¿Por qué? 

-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, 20 de febrero de 2012.

lunes, 6 de febrero de 2012

Costos electorales


En la Letras Libres del mes pasado Roger Bartra publicó un ensayo explicando el probable regreso del PRI a Los Pinos como consecuencia, básicamente, de tres factores: 1) la sensación de que el país padece una espiral de violencia incontrolable; 2) la impresión de que el PRI podría negociar, como antes, con el crimen organizado; y 3) la reacción de una sociedad “llena de miedo […] que se resiste a abandonar la vieja cultura política, a renunciar a hábitos profundamente arraigados”.

Hace una semana, en Reforma¸ Jesús Silva-Herzog Márquez propuso una interpretación distinta. El crecimiento del PRI durante los últimos años es, en su lectura, resultado de dos fenómenos: 1) el descrédito que acusa el PAN como partido en el poder y 2) la ubicación del PRI como el principal partido de oposición. Así, el motor que impulsa al PRI para regresar a la Presidencia no es una dramática nostalgia autoritaria sino un cálculo democrático elemental: querer castigar al partido que gobierna votando por su adversario más fuerte.

Bartra pone el énfasis en el daño que para el PAN ha implicado la “guerra” de Calderón; Silva-Herzog Márquez, en el hecho de que el PRI supo asumirse como oposición.

Pero hagamos cuentas. Según una encuesta de Mitofsky, en enero de 2006 la preferencia efectiva por el candidato del PAN era 31%; por el del PRD, 39%; y por el del PRI, 29%. (Como sabemos, el resultado final de la elección fue PAN 36%, PRD 35% y PRI 22%). Hoy, según otra encuesta de Mitofsky, en enero de 2012 la preferencia efectiva por la precandidata más competitiva del PAN es 28%; por el precandidato del PRD, 22%; y por el precandidato del PRI, 50%.

Lo primero que indican esas cifras es que para el PAN el costo electoral de la “guerra” ha sido mínimo: apenas 3 puntos porcentuales menos si comparamos preferencias efectivas en enero del 2006 y en enero del 2012. Más de cincuenta mil muertos después de que la toma de posesión de Calderón, el PAN arranca su campaña presidencial 10% debajo de donde arrancó hace seis años.

Lo segundo es que para el PRD el costo electoral de la estrategia lopezobradorista ha sido mayúsculo: la friolera de 17 puntos porcentuales menos si comparamos, otra vez, enero del 2006 y enero del 2012. Una presidencia “legítima” después de perder la constitucional, el PRD arranca su campaña presidencial 44% debajo de donde arrancó hace seis años.

El PRI, sin ofrecer “nada interesante, nada nuevo, nada imaginativo” (Bartra) ni haber “hecho una crítica pública de su pasado” (Silva-Herzog Márquez), tiene hoy 21 puntos porcentuales más de preferencia efectiva que en enero del 2006. Una “guerra” y una presidencia “legítima” después de haberse rezagado hasta el tercer lugar, el PRI arranca su campaña presidencial 72% arriba de donde arrancó hace seis años.

Las cifras hacen evidente, con todo, que el grueso de la delantera con que el PRI llega al 2012 no tiene que ver con el desgaste del PAN como gobierno (i.e., 3%). Tiene que ver, más bien, con el colapso del PRD como oposición (i.e., 17 %). La amplia ventaja que disfruta Enrique Peña Nieto hoy (i.e., 22%) le debe más, mucho más, a Andrés Manuel López Obrador que a Felipe Calderón.
    
-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 6 de febrero de 2012