lunes, 26 de septiembre de 2011

Miseria del "destape"


La semana pasada Enrique Peña Nieto reconoció abiertamente sus aspiraciones presidenciales. El hecho, que tuvo mucho más de infomercial que de entrevista, ocurrió en el noticiero nocturno de Joaquín López Dóriga. El conductor le preguntó, “nada más por un formulismo”, si quería ser Presidente de México y el exgobernador respondió “sí quiero”, “sí aspiro”, “así de claro, así de abierto, así de franco”.

El resto del intercambio (que puede verse en http://bit.ly/p1xBDl) estuvo dedicado a un peloteo absolutamente insustancial: López Dóriga comentó declaraciones de otros aspirantes, insistió en la “cargada” que ya existe a su favor, preguntó contra quién preferiría competir, y Peña Nieto reiteró que sería “respetuoso” de los otros partidos, de las expresiones de apoyo, de la ley, de los tiempos, de los procesos, etcétera.

La conversación duró alrededor de once minutos. Sobre su gestión como gobernador o sobre su proyecto como aspirante presidencial López Dóriga no le hizo ni una pregunta. Ni una. Peña, por su parte, abundó en verbosidades tipo “estoy decidido a participar en la definición de cuál será el proyecto que mi partido enarbole”, “estoy convencido de que a ésta generación le corresponde y tiene la obligación y está en la gran oportunidad de demostrar que sí se puede”, “mi interés es que sean más las voces que evidentemente asuman la visión que compartimos”.  O sea, no dijo nada. 

Hoy, en el México de los 58 millones de pobres, de los 21 millones de mexicanos con hambre, de los 13 millones que se ganan la vida en la “informalidad”, de los 7 millones de “ninis”, de los 4.5 millones de niños obesos, de los 2.8 millones de desempleados, de los 230 mil desplazados y los 50 mil muertos por la “guerra”, del 1.7% de crecimiento económico promedio en los últimos diez años, del peor rendimiento educativo de todos los países miembros de la OCDE, de las reservas petroleras que se acaban, de una “tormenta judicial perfecta” a la vuelta de la esquina, así se las gastan el aspirante presidencial con mayor intención de voto en las encuestas y el periodista de mayor rating en la televisión: ninguna propuesta, ninguna pregunta.

Asistimos, pues, al aciago espectáculo de un país ávido de audacia, de imaginación y de soluciones; de un precandidato puntero que no tiene nada que decir salvo que tiene ganas; y de un veterano periodista que no sabe preguntar más que insignificancias sobre las “grillas” partidistas.

Así inauguran el PRI y Televisa el proceso electoral del 2012. Bienvenidos a lo que, Peña Nieto y López Dóriga mediante, promete ser una campaña pródiga en vanidad, venalidad y banalidad.

-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 26 de septiembre de 2011

1 comentario:

  1. El país no está ávido de audacia. Si lo estuviera, ya habría surgido algún audaz dispuesto a llenar el vació. Los 58 millones de pobres, y los 4 millones de-lo-que-sea, están contentos así.

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