lunes, 4 de febrero de 2013

Criticar y censurar


El jueves pasado Leo Zuckermann publicó en Excélsior una columna (http://j.mp/XPtk7r) criticando un acto en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México en el que hubo expresiones inequívocas de antisemitismo y negación del holocausto judío. Su alegato, en breve, consistió en cuestionar que una institución educativa financiada con recursos públicos se prestara a la promoción de un discurso carente de cualquier rigor académico y abiertamente discriminador sin que hubiera, todo parece indicar, ningún debate ni cuestionamiento. 

Al día siguiente Ricardo González publicó en Animal Político una respuesta (http://j.mp/UNkCdd) al artículo de Zuckermann. A nombre de ARTICLE19, una organización dedicada a defender el derecho a la libertad de expresión y a combatir la censura, argumentó básicamente tres cosas: 1) que en aras del avance científico toda universidad debe dar cabida a voces que pongan en tela de juicio “verdades que se presentan como absolutas, así como escuelas de pensamiento hegemónicas”; 2) que las leyes contra la negación de hechos históricos inhiben la “producción de conocimiento”; y 3) que toda vez que el diálogo democrático requiere “disenso”, la prohibición de ideas no es la solución.

Aparentemente, no importa que el holocausto judío sea una verdad documentada y no una corriente de pensamiento, que negarlo sea lo contrario de fomentar el conocimiento histórico, o que incitar al odio contra un pueblo sea distinto a tener una diferencia de opiniones. Según la contorsionada lógica del señor González, en este caso la prioridad no era interpelar a quien dijo que “el holocausto fue una gran mentira, si hubieran matado a seis millones de judíos ya tendríamos la suerte de que no hubiera judíos en este planeta” (http://j.mp/WGKrw2), ni tampoco reclamar a quien le puso el micrófono delante y la dejó decirlo con plena impunidad, sino replicar al que protestó en su contra.

En ninguna parte de su texto sostuvo Zuckermann que hubiera que negarle el derecho a la libertad de expresión a nadie. Lo suyo fue ejercer la crítica, no llamar a la censura. La respuesta de González, sin embargo, le reprocha “tratar de censurar”. Y al hacerlo, paradójicamente, se traiciona a sí misma. Porque crítica no equivale, en ningún sentido, a censura. Pero equipararlas puede terminar convirtiéndose en una forma, no por inopinada menos perversa, de censurar a la crítica.

Bien decía Cioran que a veces los hombres sólo saben remediar sus males agravándolos…

Mea culpa
En mi entrega pasada incurrí en una incongruencia. Por un lado insistí en la importancia del debido proceso en el caso de Florence Cassez, pero por el otro pedí que la SFP inhabilitara de inmediato a Sigrid Arzt, comisionada del IFAI, por las acusaciones de conflicto de interés que pesan en su contra. Lo lamento. Y corrijo: los actos por los que se le ha señalado son francamente indignantes, pero Arzt también tiene derecho a que en la investigación y el deslinde de responsabilidades se le siga su debido proceso.

-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 4 de febrero de 2013

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