lunes, 29 de octubre de 2012

"Pluris": premisas vs. evidencia

Hace algunas semanas se presentaron en la Cámara de Diputados dos iniciativas. Una del PAN para eliminar la figura de los legisladores plurinominales y otra del PRI para reducir 100 curules plurinominales en Cámara de Diputados y 32 en el Senado. Las premisas de las que parten dichas iniciativas son, básicamente, tres: que en México tenemos demasiados legisladores, que nuestro Congreso es muy caro y que entre menos legisladores haya más fácil será llegar a acuerdos. Veamos la evidencia al respecto.

¿Es cierto que en México tenemos demasiados legisladores? Consideremos dos maneras de responder. Una es calcular la proporción de diputados por cada 100 mil habitantes en países que tienen, como México, un sistema electoral mixto (en el que una parte de los legisladores se elige por mayoría relativa y otra por representación proporcional). Javier Aparicio  ha hecho ese cálculo. De una muestra de 33 países, México (0.5) quedó en el lugar 30, con una proporción sólo mayor a la de Japón (0.4), Rusia (0.3) y Filipinas (0.3). Otra manera es calcular la proporción de legisladores electos por representación proporcional --lo que conocemos comúnmente como “pluris”—en el Congreso. El mismo estudio de Aparicio muestra que México queda en el lugar 12 de 33, con una proporción (40%) ligeramente por encima del promedio internacional (31%). No es cierto, pues, que ni como proporción de diputados por cada 100 mil habitantes ni como proporción de “pluris” en el Congreso, México tenga demasiados legisladores.

¿Es cierto que en México tenemos un Congreso muy caro? Consideremos dos maneras de responder. Una es calcular el presupuesto asignado al Poder Legislativo como porcentaje del presupuesto nacional. Según un estudio de  María Amparo Casar, en México dicho porcentaje equivale al 0.3%, cifra que está por debajo del promedio regional latinoamericano, que es de 0.5%. Otra manera es dividiendo el gasto anual del Congreso entre el número de habitantes del país. El mismo estudio de Casar muestra que, en ese sentido, en México gastamos en el Congreso alrededor de 7 dólares al año por habitante, mientras que el promedio latinoamericano es de 12. No es cierto, pues, que ni como porcentaje del presupuesto nacional ni por gasto anual en el Congreso por número de habitantes, México tenga un Congreso muy caro.

¿Es cierto que un número menor de legisladores podría traducirse en que haya más acuerdos en el Congreso? No. Porque, para bien o para mal, los legisladores no votan cada uno conforme a su conciencia ni consultando a los habitantes de sus distritos. Votan, más bien, en bloque, según la línea que definen las dirigencias partidistas. Y estudio tras estudio (Lujambio, Nacif, González Tule, García Martínez) muestra que el voto de los legisladores en México, salvo ligeras variantes, es un voto altamente disciplinado, que en términos generales oscila alrededor del 90%. No es cierto, pues, dada la alta disciplina partidista que hay en el Congreso mexicano, que reducir el número de legisladores facilitaría la posibilidad de lograr más acuerdos.

Hace casi veinte años Giovanni Sartori se preguntaba, a propósito de los malestares en la democracia y las reformas institucionales: “¿realmente sabemos qué es lo que se necesita cambiar y cómo cambiarlo?”. La respuesta era entonces, y aparentemente sigue siendo ahora, “un rotundo no”.

-- Carlos Bravo Regidor
La Razón, lunes 29 de octubre de 2012.

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